Escrito por: M.Sc. Gustavo Ernesto Linares Herrera
COORDINADOR DE PLANEACIÓN ESTRATÉGICA
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SANTA ANA
Cada vez que se producen cambios de conciencia, también se producen cambios en las organizaciones. La humanidad se enfrenta a reinvenciones o cambios estructurales cuando se adopta una nueva visión del mundo, esto genera una disrupción que marca la evolución de las instituciones sociales y los sistemas organizacionales a través de nuevas formas o modelos holísticos de funcionamiento. Estos cambios que se producen, tal como el posmodernismo lo dice, se auxilian de los “grandes relatos” para ajustar el “orden” establecido e influir en la identidad social, en otras palabras, la incertidumbre de las realidades que se viven, terminan por tener un importante efecto sobre las formas y técnicas que el individuo y las organizaciones utilizan para conseguir sus propósitos.
A lo largo de la historia, muchos de los cambios organizacionales provocados por estas nuevas formas de ver el mundo, se basan en la producción y la alta efectividad de los recursos, ejemplo de ello, es el industrialismo que ha dejado marcado el enfoque mecánico de las organizaciones, sin embargo, con la entrada de nuevos modelos y sistemas holísticos que consideran la ética, las organizaciones se conciben como seres vivos y no como entes mecánicos, justamente la ética es el componente que permite brindar a las organizaciones un mayor sentido de existencia.
Podemos ampliar dicha idea, con el ejemplo de responsabilidad social, muchas empresas consideran que este término evoca a actividades que las organizaciones deben realizar para obtener certificados que demuestren su compromiso social, sin embargo, la responsabilidad social empresarial (no solo medio ambiente) descansa en la naturaleza misma por la que existen las empresas. Cuando cursé mi Maestría de Consultoría Empresarial, tuve la oportunidad de estudiar dicho enfoque social en algunas empresas a través de sus declaraciones de visión y misión, y una conclusión de dicho análisis fue que muchas empresas se preocupan más por "ser" que por "hacer", es decir, confunden el “ser líderes” con “participar en el mercado” y la respuesta al ajuste de ese enfoque es la ética para cubrir todas las dimensiones de la responsabilidad social.
En la actualidad, todos los cambios acumulados nos permiten tener muchos recursos tecnológicos y riqueza a disposición, deberíamos pensar que esto es una ventaja para convertirnos en una mejor sociedad, pues hemos hecho tantos análisis y reflexiones de la forma en que vivimos pensando que las decisiones han sido para bien, sin embargo, ocurre lo contrario, tenemos más problemas, más conflictos y esto se debe a que continuamente nos perdemos en el camino irrespetando la dignidad humana; cuando a alguien se le ocurrió reorientar la economía de mercados y hacer más competitivas a las empresas vinieron las ganancias y la acumulación de riquezas, en ese camino recorrido se llegó a interpretar que al planeta se le estaba haciendo daño, que por abarcar una sola ciencia perdimos de vista el arte, la cultura, los valores y nos dimos cuenta que en algún punto la solución se volvió problema.
El problema no es crecer, el problema radica en que reflexionamos demasiado tarde cuando ya hemos avanzado, la experiencia nos debería llevar a comprender que los cambios disruptivos deben ser más pensados desde el principio, teniendo una visión más amplia, produciendo avances importantes de tecnología y conocimientos, pero con decálogos éticos que equilibren los nuevos paradigmas científicos, trayendo una nueva visión e interpretación del entorno y del ser humano de manera integral; si esto no es así, inconscientemente contribuiremos fielmente al posthumanismo, no olvidemos lo que decía el escritor Steven Pinker, en su libro denominado “En defensa de la ilustración”, menciona que “El progreso sin humanismo no es progreso”, es decir, progreso tecnológico no es progreso humano.
En el ámbito educativo, la tecnología juega un papel muy importante, más aún, en la actualidad, la crisis que se vive provocada por el Covid-19 es coyuntural y las instituciones en todos los niveles tienen una buena oportunidad para hacer la transformación real del aprendizaje y utilizar la tecnología no es nada malo, lo que se pone en riesgo es la dignidad humana, el “saber convivir” la parte afectiva, por lo que se vuelve importante no perder el terreno ganado en la relación docente-estudiante, la tecnología es un medio y no un fin, importante considerarlo para no lamentarnos de aquí a quince años cuando digamos: “por acoplarnos a la tecnología perdimos la humanidad” y el rol del docente sea opacado y desestimado o peor aún, los ciudadanos que formaremos no tengan conciencia real de respeto y dignidad hacia los demás.
Esperemos contar con la reflexión adecuada, la transparencia y el coraje necesario para que la tecnología nos haga mejores y el enfoque no sea solo formar gente con técnica, sino también gente con bondad.